La disfasia es un
trastorno que se produce por una supuesta lesión en el cerebro y que genera
dificultades en el lenguaje. Por eso también se conoce a esta condición como
trastorno específico del lenguaje (cuya sigla es TEL) o también como trastorno
específico del desarrollo del lenguaje (en este caso, la sigla es TEDL).
La
disfasia se puede ir superando poco a poco si se utilizan las estrategias y los
métodos de intervención adecuados.
Conviene
saber que cada niño es diferente y que el ritmo de aprendizaje de cada uno es
distinto. Por ello es importante tener en cuenta la etapa evolutiva en la que
se encuentra el niño/a y no marcarse objetivos para los que no están
preparados.
A la
hora de establecer unas metas y estrategias de intervención, es muy importante
tener en cuenta la madurez neurológica y psicológica del niño.
En
todo caso, conviene contar con la colaboración escolar y familiar. Es
fundamental que los padres estén bien informados de lo que le ocurre a su
hijo/a y hacerles partícipes del tratamiento.
En
cuanto a las estrategias de intervención, conviene aclarar que son diferentes y
todo depende de cada caso pero las más generales podemos decir que son las
siguientes:
- Ejercicios de
discriminación auditiva: se le enseña a distinguir
sonidos distintos que son familiares para el niño. Esto se suele hacer a través
de grabaciones y se le pide al niño que intente adivinar de que sonido se
trata. Por ejemplo: sonidos de estímulos que están en el ambiente del niño (el
viento, tormenta, los pájaros, las campanas, etc.), sonidos de instrumentos
musicales, sonidos de animales, etc.
- Trabajar la memoria
auditiva: Es frecuente que el niño aprenda palabras y
que las olvide o distorsione después. Por ello es importante que el
entrenamiento vaya dirigido al análisis y síntesis de la palabra. Es muy útil
marcar el ritmo con golpes o palmadas al mismo tiempo que se está diciendo la
palabra.
- Ejercicios para aumentar
vocabulario: se suele empezar por conceptos y palabras
que son conocidas para el niño y progresivamente aumentar el nivel de
dificultad. Cuando el niño ya posea un número suficiente de palabras, pasamos a
clasificarlas e incluirlas en categorías. De esta forma le damos funcionalidad
al vocabulario que va aprendiendo.
- Ejercicios y praxias
buco-faciales: El objetivo es conseguir una correcta
pronunciación de los fonemas. Estos ejercicios consisten en ejercitar y
trabajar todos los órganos que intervienen en la articulación de los fonemas
(la boca, lengua, labios, respiración, etc.). Se les pide que hagan ejercicios
del tipo abrir in cerrar boca, ejercicios de soplo, movimientos de la lengua,
etc.
- Actividades para organizar
el campo semántico: A través de imágenes o dibujos se juega
a relacionar unos conceptos con otros por ejemplo una flor se puede relacionar
con un jardín.
- Otras actividades:
Ejercicios para aumentar la comprensión verbal, ejercicios morfosintácticos,
actividades para aprender la organización y estructuración de frases, etc.
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